domingo, 27 de septiembre de 2009

Malqui Godoy

Esto lo escribo con la intención de hallarte casi diez años de nuestra repentina separación. Hasta ahora me pregunto por aquel obsequio que me anticiparas con mucha vehemencia. Con el corazón en el pecho, te confieso que fuiste mi alegría cuando paseáramos a los pies de la criolla, enhiesta, surrealista. Espero vuelva a encontrarte siempre igual, desafiante y ensimismada, tú filósofa y yo filosofastro. Yo, que me dejé engatusar por los traficantes del humor, en vez de conocer tu misterio un instante más.

-¿Estudia por el bien...?
-No
-Entonces lucha contra el mal...

¿Por donde andarás?, ¿hacia dónde te llevaron los caminos malignos de la ciudad desalmada?
Lamento, y créeme en serio, de perder los números exactos. Siento no haber presagiado que el último día que te viera, habría de ser el menos pensado. Te esperé aquel viernes, y angustiados mi espíritu y yo estuvimos, hasta quedarnos solos. La noche fue más oscura ese día. Y yo continúo aún sin poder sospechar el abrazo postrero de un impotente deseo.

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