viernes, 18 de septiembre de 2009

via custers

Hoy, una confusión hizo que me perdiera un chilcano de ésa, la señora huarina, que los hace bien sustanciosos. Bueno, estaba en una persecución jodida porque tenía que recuperar unos papeles que alguien cogió por equivocación y me subí a la primera combi que pude.

Ese fue mi peor error. Nos pasaron cuatro combis. Pero la culpa no la tuve yo, no señor, fue la de ese chofer inepto que todavía esperaba a que crucen los probables pasajeros. !Que carajos! y yo adentro con la rabia al borde de estallar, quería decirle al maldito ese que bajara el volumen de su horripilante música, qué acaso tenemos que soportarla nosotros, los pasajeros... !Ah, no! yo le grito. Pero en verdad todos estaban felices, la chica de lindo rostro tarareaba la canción, el anciano decrépito (juro que lo conocí cuando estaba chibolito y sigue igualito, de eso ufff hace un huevo) jugaba con sus palmas al son de la peste dizque melódica.

Así que me cagaron más todos. No pude ni siquiera poner mala cara. Sólo me quedó tragarme la rabia indescriptible viendo cómo el condenado paraba más y más. Y como era de esperarse perdí el bus que pretendía alcanzar para reclamar a ese alguien que se llevó mis escritos.

Bueno, a gastar otra poca de monedas miserables. Tomé ahora una custer esa huevada que es más grande que una combi pero menos que un micro(bus), aunque siempre más cómoda (creo).
Y adentro había un olor fermentado a más no poder. Venía repleto de personas, y bueno yo solo tenía que llegar hasta el paradero final de ese alguien a quien perseguía y estaría solo diez minutos parado, pero soportar esa peste nauseabunda. Dios mío, reconozco Padre redentor que hacía frío y que era para morirse si se habrían las ventanas pero Señor mío por qué tenía que heder así. Qué hice para merecerlo.

Vi los rostros sudorosos de algunos que como yo tenían que estar de pie en ese dizque más cómodo medio de transporte. !Carajo! estábamos apretujados y el cobrador miserable llamaba a más gente, "yo bajo aquí noma', ah", le dije, y el pata, que se zurra, le importaba un rábano; "colabore, colabore", " !vete a la mierda!" decía yo para mis adentros, esperando que un tombo lo pare y lo cague porque quizás así nos bajaríamos con pretexto de reclamar nuestro patético pasaje. Pero aquí Dios tenía cosas más importantes que resolver que mis berrinches pueriles.

Al fin me bajé de esta cámara de gas y respire el aire puro (con CO) de mi ciudad. Subí los horrorosos escalones metálicos del puente y logré recuperar mis papeles de las garras de ese alguien. Total tenía que'. Y pensé, todo valió la pena. Pero no, nunca cantes victoria, hazme caso. Llegué al aula para rendir mi evaluación, y nada, !nada!

Debí quedarme dormido.


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